lunes, 26 de enero de 2009

¿GIGANTES?

Viento. Acabamos de dar carpetazo a una semana marcada por el intenso y molesto viento. Entre sus indeseables efectos, la confusión. Ante una loma repleta de molinos, Don Quijote pretende librar batalla ante lo que cree una horda de gigantes de largos brazos. Sancho, sin dar crédito a tamaña falsedad, y con gran paciencia, le explicó a su amo que esos que creía gigantes no eran otra cosa que molinos cuyas aspas eran volteadas por la fuerza del viento. No pudo ser. Don Quijote, desoyendo los argumentos de su escudero, arremetió a golpes contra ellos. El final de la acometida...rodando maltrecho por el suelo...
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Recientemente Andorra ha salido a la palestra mediática porque, amparándose en la legislación francesa, la empresa que gestiona el banco de sangre de sus habitantes, niega la posibilidad de donar sangre a varones homosexuales. Lo peor de la noticia, esta discriminación cuenta con el respaldo de su gobierno y Tribunal Constitucional, de acuerdo a una base legal que Francia quiere a su vez endurecer. Al igual que Sancho, podríamos tratar de hacer entrar en razón a los causantes de este despropósito. Podríamos decirles que no existen grupos de riesgo para transmitir VIH, sino prácticas de riesgo (y que estas dependen de la responsabilidad y no de la orientación sexual del que las realiza). Podríamos decirles que su decisión no se fundamenta en base ética y científica alguna. Podríamos decirles que todavía no se ha identificado ningún método matemático eficaz para averiguar si un donante es o no gay. Sin embargo, al igual que Don Quijote, estas "cabezas pensantes" han tirado hacia adelante. Cegadas por la confusión. Posiblemente terminen como el caballero, rodando por el suelo. Y no sólo por la mala imagen de países dependientes del turismo exterior. También porque con una política de Salud Pública como esa, las perspectivas de sus ciudadanos en prevención de ETS no pueden ser nada buenas.

En los últimos años hemos avanzado mucho en concienciación, tenemos que ser optimistas. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestros gobiernos, la comunidad científica y la sociedad en su conjunto tienen mucho camino por delante. Porque no hace falta irnos a Irán para darnos cuenta de que aquí mismo, ya sea por ignorancia, ya sea por homofobia, ya sea por ambas cosas, todavía quedan muchos que se empeñan en ver peligrosos gigantes donde la inmensa mayoría simplemente contempla el espectáculo de unos molinos agitados por el viento.




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