Habitar en un territorio lleno de riquezas no es sinónimo de felicidad. Más bien al contrario. El ejemplo más claro lo tenemos en el Congo. Como tantos países de África, su subsuelo está lleno de valiosos minerales. Posiblemente el ordenador con el que escribo estas lineas contiene uno de ellos, el coltán. De él, se extraen niobio y tántalo, fundamentales para el desarrollo de nuevas tecnologías como teléfonos móviles, ordenadores, implantes médicos, tecnología aeroespacial. Un mineral preciado en occidente y del que unos poco han hecho fortuna a costa de guerras y explotación infantil. Y esto por no hablar de otros problemas de seguridad por las emisiones radiactivas descontroladas o del daño medioambiental. La lectura de artículos sobre este tema (como el de El País) remueve la conciencia y nos lleva a la reflexión de hasta qué punto las reglas del comercio internacional permiten que medio mundo acceda a una tecnología a costa del sufrimiento del otro medio.
Tengo un companyero de trabajo de Uganda. El otro dia estaba hablando con el sobre porque no se habia planteado nadie en su pais aprovechar las reservas de petroleo que existen alli. (hay empresas chinas que andan bastante tiempo detras de estas reservas). El me dijo que si se empezara a extraer petroleo de alli significaria el principio del fin de la estabilidad en el pais. Vamos, que casi preferirian la reincarnacion de Idi Amin.
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