lunes, 4 de mayo de 2009

EL MIEDO DE LOS AFORTUNADOS


Quien se duerme en democracia, se despierta en dictadura. Esta conocida frase tan contundente resume un miedo, el de olvidar que hace pocos años las cosas eran muy diferentes. Hoy, los dos grandes periódicos, El Mundo y El País, se hacen eco de la primera indemnización que se concede a una persona represaliada por su orientación sexual. Nos tenemos que remontar a hace apenas 30 añitos. Un chaval de 17 años que fue denunciado por una monja vecina suya (qué alma caritativa) en 1976. Franco ya era pasado, sin embargo, una Ley llamada de Peligrosidad y Rehabilitación Social propició que miles de personas fueran conducidas al penal de Badajoz o de Huelva. La siniestra diferencia entre uno u otro radicaba en si el detenido era pasivo (al primero) o activo (al segundo). Claro que las lesbianas lo tenían peor, en ese caso, al manicomio. Dentro de la cárcel, los presos seguían un agradable programa de "curación" basado en descargas eléctricas, a la vez que sufrían abusos por parte de funcionarios. Y depués de la pena, 2 años de "destierro" y la práctica imposibilidad de encontrar trabajo. En definitiva, toda una juventud, toda una vida destrozadas.

Hoy, unos años después gozamos de una situación muy diferente. Somos unos privilegiados. Cuántos habrán tenido que dejarse la vida por el camino para que podamos disfrutar de la libertad que tenemos ahora. Por eso, y porque todavía tenemos mucho que recorrer, tenemos que seguir trabajando para que, por mucho sueño que tengamos, esta democracia que tanto ha costado, nunca se vuelva a ver en peligro, nunca más.

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