Estimados amigos. Después de la grave polémica suscitada por la retransmisión por tve1 de la final de copa de ayer, me veo obligado a comunicaros lo siguiente:
en ningún caso la televisión pública realizó censura o manipulación, como se sugiere en algunos medios de comunicación como El Mundo, dentro de sus loables intentos por sembrar la concordia entre los ciudadanos. En realidad se trataba de un juego. Sí, de una prueba. Por ello precisamente me contrataron. Lejos quedaban ya mis años de gloria, en que miles y miles de chavalicos compraban mis libros para averiguar dónde me escondía entre la multitud ¡¡Qué tiempos aquellos!! Quería salir del ostracismo en el que me había metido y acepté un contrato temporal con la cadena pública. Pues bien, la prueba consistía en que los cámaras de la televisión pública tenían que descubrirme entre toda la afición del Athletic, rojiblanca como yo. Sin embargo, cuando ya empezaba a dejarme llevar por el ambiente y me disponía a silbar, un repentino dolor hizo que me llevara, preocupado por mi salud, la mano al pecho. Luego no resultó ser nada (qué alivio, pensé yo), pero me convertí en ese momento en el único que no pitaba y ¡zas! las cámaras me pillaron.
En fin, que ya es mala suerte. El día de mi regreso van y me cazan ¿A ver si es que ya estoy mayor y no estoy tan ágil para esconderme? En fin, el caso es que creo que no soy el primero en vivir una situación parecida. Por lo visto un antepasado mío, creo recordar que del mismo Toledo, también se convirtió en el único que no increpó las notas del himno en un partido de pelota presidido por el mismísimo Felipe II en Flandes (con las ganas que nos tenían ahí). Y si no os lo creéis, pinchad este enlace.
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