domingo, 3 de abril de 2011

DON QUIJOTE DE FERRAZ

En un lugar de Ferraz, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo vivía un hidalgo apellidado Zapatero. Sus primeros años de mandato fueron felices. Leyes sociales y buen talante. Con la Iglesia hemos topado, Sancho. Y es que las calles se llenaron de sotanas protestando contra todo aquello que supusiera un avance para la sociedad. Eso sí, de vez en cuando, como con aquella alianza de civilizaciones, nuestro ingenioso Zapatero creía ver gigantes donde no había más que molinos de viento.
Pero llegó la crisis, y nuestro protagonista se cruzó con una procesión cada vez más numerosa de hombres encadenados. Eran parados y portaban a duras penas un déficit galopante. Y nuestro caballero no los supo reconocer, prometiendo a cada uno de ellos nada menos que una ínsula.

En ese momento llegóse Angela Merkel que, haciendose pasar por la princesa Micomicona, obligó a nuestro hidalgo a acometer un plan de recortes y a convertirse en neoliberal. Comenzaba su última etapa y ya pensaba en retirarse. El futuro de su partido se debatía entre dos opciones. Su fiel escudero, Rubalcaba, que tanto había cabalgado junto a él y al que tantas veces había recurrido para sacarle de apuros y una prometedora Dulcinea, de apellido Chacón apuntan a seguir su camino. Las encuestas siguen en contra de nuestros protagonistas. El objetivo, seguir gobernando. Un reto que se antojaría inalcanzable, aunque con Rajoy, el Caballero de la Triste Suerte, como oponente...todo es posible.


¡¡¡Besos y abrazos!!!

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