miércoles, 3 de febrero de 2010

¿Y LA CHICA DE OJOS VERDES?


De vez en cuando nos llegan noticias de Afganistán. Casi siempre tristes. Muchos años han pasado ya desde el inicio del ataque contra los talibanes. Un ataque que, según nos decían, iba a traer grandes ventajas para todos. Para esas mujeres, que, encerradas en vida detrás de una reja llamada burka, limitaban su existencia a un infierno dedicado a tener niños y sufrir. Aquella joven afgana de ojos verdes que, en unos pocos años, se transformaba en una anciana sin futuro, abrió portadas de periódicos y revistas de todo el Mundo. Pero también, este ataque, tendría sus ventajas a la acomodada civilización occidental. Habríamos acabado con el terrorismo internacional y nuestros países serían mucho más seguros, afirmaban los grandes líderes desde sus púlpitos. El contrabando del opio estaría pronto hundido y el mal de la droga sería un poquito menos mal. Y eso por no hablar de la cultura. Afganistán acababa de asistir a la destrucción de sus Budas y de sus museos. La cultura estaba en peligro.

Pues bien, ya han pasado unos añitos y las noticias se reducen a hablar de inseguridad, de soldados muertos, incluso de intentos de integrar a los talibanes en el gobierno. Nada más. El comercio del opio es más floreciente que nunca. Los aeropuertos occidentales se tienen que blindar ante la amenaza terrorista. ¿Y las mujeres? En su mismo infierno, pariendo niños y sufriendo la anulación más absoluta. Posiblemente esto haya sido inevitable. Posiblemente estas cosas no tuvieran solución, por muy bien que hubiera ido el ataque. Posiblemente. Pero por favor...en una próxima ocasión, no quedaría bien que, para convencernos de lo buena que es la guerra, volvieran a recurrir a la triste historia de una chica de ojos verdes.

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