martes, 8 de septiembre de 2009

SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

Después de todo viaje uno retiene muchas imágenes y sentimientos. Visitar un país ocupado militarmente por una potencia extranjera como el Tibet produce sentimientos encontrados. Poder contemplar todo aquello que está vetado al mismísimo Dalai Lama es un privilegio de regusto amargo. Conmueve ser testigo de la devoción de monjes y peregrinos, mayores y niños, dentro de sus monasterios, vigilados estrechamente por militares uniformados, cámaras y micrófonos. Nuestro propio guía no paraba de mirar alrededor cada vez que nos susurraba algo "políticamente comprometido" advirtiéndonos de la existencia de espías. Observar escenas como la anciana disculpándose tras la reprimenda de un militar por pararse demasiado a rezar en Potala o la familia postrándose ante el lavabo y el inodoro que utilizaba en Norbulinka el actual Dalai Lama en el exilio, produce un nudo en la garganta, igual que con las películas de final triste, a excepción de que, en este caso, la historia era completamente real.

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