Islandia me recuerda a esos perritos que por muy pequeños que sean no dejan de ladrar para llamar la atención y advertir de su presencia. Si hace unos meses, su quiebra financiera, fue el preludio de la grave crisis que nos afecta, hoy, un volcán de nombre difícil de pronunciar paraliza el tráfico aéreo de media Europa.
Al menos, la globalización nos permite saber qué pasa. Pero hace más de 200 años, en 1783, gran cantidad de granjeros británicos morían asfixiados y los egipcios sufrían una de las más mortíferas hambrunas que recuerdan. El clima del hemisferio norte había cambiado por completo. Nadie pudo advertir, entonces, que lo que se suponía una plaga enviada por Dios, era, en realidad, una llamada de atención de algo mucho más modesto, el volcán Kali, en una pequeña y "olvidada" isla en medio del océano...
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