A alguno le puede extrañar recibir una felicitación así a las alturas que estamos (soy despistado pero no tanto). Y es que hoy es la noche del canto de marzas, una antigua tradición que pervive en algunas localidades de la antigua Bardulia, la Castilla primigenia. El frío y la oscuridad del invierno comienzan a despedirse de nosotros y damos la bienvenida a la primavera. Entramos en las Calendas de Marzo, el primer mes del año según el calendario romano, por el que estuvimos organizados durante siglos. La noche que da paso al 1 de marzo, los mozos solteros de los pueblos, llamados marceros o marzantes, peregrinaban de casa en casa. “¿Cantamos o rezamos? Lo que nos manden haremos”. Si les decian cantar, entonaban las marzas y si no rezaban un responso por los difuntos de la casa. A los más generosos se les daba el "buen dao" a base de vivas. Sin embargo, los más tacaños recibían las marzas "rutonas", con cencerrada incluida.
En nuestros días, esta tradición sobrevive a duras penas en algunos de nuestros pueblos y ciudades, sobre todo en las actuales Cantabria y Burgos. Un regalo de nuestros antepasados que, a pesar del paso de los siglos, se ha logrado conservar. Por eso, al caer esta noche, y antes de irnos a la cama, no nos debería extrañar escuchar la llegada de un grupo de mozos, no para hacer botellón, sino para entonar bellas estrofas como las que siguen:
Marzo florido qué bonito entras,
regando los campos con tus flores bellas,
y los pajaritos en las arboledas,
cantando, disfrutan lo que ellos desean.
A los de esta casa solo les queremos,
dichas y alegrías, y también dinero.
Adiós hasta el otro año, hasta el año venidero,
Adiós hasta el otro año, hasta el año venidero,
que si Dios nos da salud, a cantarlas volveremos.
Besos, abrazos...¡¡y feliz año a todos!!
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